domingo, 20 de julio de 2014

feliz encuentro salvífico

Aquella noche me salvaste. Me salvaste de mucho más de lo que a la gente cabal le cabría esperar. En aquel momento me salvaste del frío y del aburrimiento, pero con los días he podido comprobar que también me salvaste de la desesperanza y la soledad. ¡Feliz encuentro! Mi romanticismo recién despertado agradece recordar que quedan en el mundo personas dignas de atención, que aún hay cabida para sonrisas sinceras y que se puede re-encantar la vida terrena.

Me alegra saber que hay gente para la que todavía tienen sentido la literatura y el símbolo. Que nos podemos comunicar por relatos, que éstos no están sólo para entretenernos, y que la verdad de la poesía no carece de fundamento ni validez.

Me salvaste de perderme en el abismo de la nada, aunque todavía me ataca el spleen cuando me despisto. Me vendría bien compañía para no ahogarme en aguas demasiado profundas y complicidad para aplacar juntos el miedo a la vida.

Tal vez así podríamos crear las más bellas mentiras.

lunes, 25 de noviembre de 2013

te conoces

Estás atrapado. Prácticamente ciego y sordo aún tienes la lejana percepción de una imagen borrosa que te produce angustia. No sabes qué es ni cuál es tu relación con ella. No sabes dónde estás ni cuánto tiempo llevas allí. No sabes quién eres. Toda tu existencia se reduce a una constante angustia y una aterradora incertidumbre. No decaigas, vengo a ayudarte. Te conoces. Pero dudo que te acuerdes... Al fin y al cabo estás en un sueño. No puedes recordar nada fuera de este momento. Debes confiar en mí. Para salir has de aceptar que existes más allá de esta situación, que has vivido antes de llegar aquí y que eres algo más que esta vaga cuasiconciencia. Sabes que ha de ser así a la fuerza, aunque no lo recuerdes, es lo único que tiene sentido. Ahora hazlo. Sal. Despierta.

sábado, 22 de junio de 2013

espera, que me llaman de la escena

Por si no habéis estado en el mundo los últimos años, resurge el dandismo y la cultura social de la apariencia. Hay que ser visto con las mejores galas, en los mejores sitios y en buena compañía. Y en una pequeña ciudad en la que es relativamente sencillo conocernos todos, es de fuerza mayor para algunos llegar a conocer y tratar a los cuatro artistas o artistoides sobre los que se dirigen los dos focos y medio de la villa. Y claro, es fácil considerarse underground en un pequeño agujero con siete gatos pardos.

Pero el carnet de la escena no lo obtiene cualquiera, por lo que los aspirantes se ven llevados al adoctrinamiento estético y en general cultural, y si no se salen del camino de la Iglesia hip y se portan bien, podrán unirse oficialmente a la comunidad (cuyos miembros, misteriosamente, no se aceptan entre sí).

Pues bien, yo no quiero saber nada de ninguna escena. Para encontrar personas creativas no hay que consultar el blog de tendencias. Más de diez personas con las que fuiste al instituto han terminado dándole una vuelta original a su vida. Por lo menos tres de tus amigos de la infancia tienen un gusto estético bien formado. Conoces a más creadores genuinos que no saben de ninguna escena que a miembros de ésta (al fin y al cabo, sólo había dos focos y medio en la ciudad, lo cual no da necesariamente mucha luz). A más personas de juicio decente fuera de los círculos trendy que dentro. Aprécialos.

Desde que hay guías de DIY la gente sigue patrones para lograr la originalidad. Pretensión harto paradójica cuando no directamente estúpida, pero que cuenta con una segura garantía de eficacia. Lo mismo ocurre cuando se trata de construir una opinión.

Al fallido sapere aude yo le añadiría un creare aude, pero sobre todo un EXISTIMARE AUDE, un atrévete a juzgar. ¡Juzga, maldita sea! La cultura personal hoy en día se ve necesitada de un buen meneo. Si alguien está interesado, regalo bofetadas conceptuales.

martes, 18 de junio de 2013

apreciación de un pasado acontecimiento y el futuro incierto

¡La luna ya no es virgen! ¿Cómo no me había dado cuenta? Ha sido violada por hombres mortales. La tocaron, penetraron, mancillaron, robaron y dejaron por un momento llorar. Qué angustia... Pero no por ella, ¡por nosotros! ¡Hemos perdido nuestro símbolo de castidad!

Y no temo por sus flechas vengadoras, ni por represalias de otros dioses. Temo por el futuro que nos espera sin nuestro hermoso símbolo de belleza pura e intocable. Sin la idea de la contemplación y adoración que sabe contenerse. Ahora que hemos alcanzado la figura de lo inalcanzable, ahora que nos pensamos dioses -pues a ellos les recriminamos y discutimos, como si de iguales se trataran-, ¿qué desgracias no nos esperan?

Maldita la hybris de todos los hombres que se creen dioses, pero más maldita todavía la de aquéllos que se creen Prometeos.

martes, 28 de mayo de 2013

pájaros

Treinta minutos sin llover. Y entonces los oyes: los pájaros. Hasta el momento escondidos, recogidos. Ahora salen como si nada. No se quejan, no se deprimen. Simplemente salen.

Es el mismo mecanismo instintivo el que les dice “ahora sí” y “ahora no”. No se agitan por ello.

Luego está el bichito humano, el complejo ser al que un instinto le dice en todo momento “ahora sí” y de vez en cuando y al mismo tiempo el sentido común le avisa de que “ahora no”.

Qué rabia, ¿eh? Pero qué amplitud de experiencia.

jueves, 9 de mayo de 2013

sobre el relato visceral

En todos los talleres de escritura creativa y demás chorradas con las que el siglo XXI hace ostentación de poseer las claves del arte en su totalidad, te dicen que debes sacar experiencias horribles y reprimidas a la luz. Que el relato o muestra de aquello que te atormenta será el más veraz e iluminador y que eso es lo que la gente quiere leer, sobre lo que quiere oír y desde luego, lo que quiere ver: algo salido directamente de las entrañas de otro ser humano.

Pero ¿de qué manera relatar lo inefable? Más allá del simple relato de una experiencia horrenda (que se define como macabro) se elevan sentimientos de culpa, humillación, odio, asco... Todas esas grandes sensaciones que en la vida turban ánimo y razón aun cuando escritas parezcan tan pequeñas. ¿Cómo dotar a un relato de ese pathos incontrolable y seguir haciéndolo comprensible?

Pero sobre todo, ¿de qué manera hacerlo bello?

jueves, 18 de abril de 2013

como sea

«Esperaba sentado a que viniera a cogerle alguien, uno más fuerte y más valiente que le arrastrara y le obligara a ser feliz.»

Hermann Hesse, Bajo las ruedas